La Destrucción de Valldecrist

La destrucción de la Cartuja de Valldecrist

Durante el año siguiente al desalojo de la cartuja de Valldecrist — 4 de septiembre de 1835 —se dictaron las normas para regular las ventas de los bienes desamortizados.

 

A finales de 1844  salió a pública subasta la Cartuja de Valldecrist por una cantidad fijada en 1.263.397 reales de vellón,  siendo adjudicada a Sebastián de Aranjo y a Pedro García por 1.300.000. Tres años más tarde, la propiedad se transfirió a José Luis Clavero a quien se le hizo la venta judicial del «edificio que fue Convento e Iglesia Cartuja de Valldecrist» por la cantidad citada.

 

Gonzalo Valero nos relata cómo el 19 de octubre de 1847 —tan sólo unos días después de la compra por parte de Clavero— se empieza a derribar la magnífica y soberbia Cartuja de Valldecrist.

 

Para poder hacernos una idea de la rapidez y contundencia con la que fue destrozada y transformada en ruina es suficiente saber que sólo doce años después de la primera venta (1844) y nueve después de la transferencia a José Luis Clavero (1847) el 24 de octubre de 1856 la Cartuja de Valldecrist era vendida a Antonio Conejos, Jaime Perera y a Manuel Ten por la cantidad de 50.000 reales, siendo explotada por sus propietarios como cantera para construir casas en Segorbe y Altura, sirviendo también algunos de sus elementos para decorar ciertos edificios. Algunos restos y conjuntos del monasterio se vendieron a instituciones públicas gracias a lo cual todavía se conservan en la actualidad, pero la gran mayoría de sus elementos y construcciones desaparecieron para siempre.

 

Ya a finales del siglo XIX la cartuja, en palabras de Teodoro Llorente, «parece, no un convento, sino un pueblo, cerrado por combatida muralla y víctima de espantoso bombardeo».

- Ya a finales del siglo XIX la cartuja, en palabras de Teodoro Llorente, «parece, no un convento, sino un pueblo, cerrado por combatida muralla y víctima de espantoso bombardeo». -