Los ámbitos

Los ámbitos

No podemos obviar la oleada de fundaciones monásticas de las casas reales europeas durante los siglos XIV y XV. Tras el éxito de las fundaciones de órdenes mendicantes en el siglo XIII, la orden de San Bruno  —nunca reformada, porque nunca deformada— parece aumentar su prestigio en el contexto de la religiosidad de los nuevos tiempos.
Pero es en el planeamiento arquitectónico de los espacios donde la Orden de la Cartuja se diferencia sustancialmente de los otros monasterios. Los nombres nunca son inocentes. Una remite, en la configuración del espacio, a la idea de comunidad de ermitaños, del desierto instituido que se intenta revivir desde esta espiritualidad tan particular. Por eso, en todas las cartujas que podamos visitar encontraremos tres  ámbitos perfectamente delimitados:

 

A – Ámbito de la procura: formado por las dependencias a las que tenían acceso los visitantes y donde los hermanos y conversos encargados de los trabajos materiales tenían sus talleres y viviendas.

 

B – Ámbito cenobítico: formado por las dependencias comunes (refectorio, aula capitular, biblioteca, coloquio…) y presidido por la iglesia mayor, rodeada de capillas para la celebración de la misa diaria individual por parte de los monjes de coro.

 

C – Ámbito eremítico: formado por un gran claustro en cuyo centro hay un patio y en él, ordinariamente, el cementerio. Alrededor del claustro se agrupan las celdas de los padres, a la manera de eremitorios individuales.