En 1414 se terminó el Capítulo con puerta de acceso al claustro. Era una aula gótica cubierta por bóvedas de crucería apoyadas en ménsulas de delicada talla. Una antigua fotografía y varios grabados nos permiten hacernos una idea de cómo estaba decorado. En la pared orientada al mediodía había un altar y, excavado en el muro, una cueva que intentaba evocar el Santo Sepulcro sobre el que descansaba un grupo escultórico de terracota del Monte Calvario, obra de Juan de Valenzuela (1565). Completaba el conjunto un Cristo yacente traído por Luis Mercader tal vez de la corte del papa Alejandro VI. Alrededor de sus paredes estaba la sillería y una serie de seis grandes lienzos sobre la Pasión de Cristo, pintados por Gregorio Bauzá ( ca.1645). En esta sala se realizaron las sesiones de los Capítulos Generales de la Orden que celebró fray Bonifacio Ferrer y todas las reuniones de importancia del cenobio.
Entre el Capítulo y el claustro de San Jerónimo se encontraba el Coloquio o Sala de Quiete, donde los cartujos rompían semanalmente el voto de silencio, una de las señas de identidad de los monjes de la Orden de San Bruno.
- Entre el Capítulo y el claustro de San Jerónimo se encontraba el Coloquio o Sala de Quiete, donde los cartujos rompían semanalmente el voto de silencio, una de las señas de identidad de los monjes de la Orden de San Bruno. -